El juego de la copa


-          Lore… ¿vos no me dijiste que las chicas volvían el domingo?

 Estela se lo tuvo que preguntar dos veces porque Lorena estaba con los auriculares.

-          Que si las chicas no volvían el domingo.

-          Sí… el domingo vuelven.

-          Qué raro porque la vi a Daniela en la vereda de su casa con su mamá.

-          No puede ser…

 Eso era lo que dijo Lorena, que no podía ser pero sin embargo ahí estaba su mamá confirmándole que Daniela estaba en la vereda de su casa.

-          La salude y todo…

 Lorena se volvió a poner los auriculares. Se calzó las zapatillas y le dijo a su mamá que volvía en un rato. Que iba hasta lo de Daniela para ver qué pasaba. Las chicas se habían ido a Miramar el viernes a la noche y debían volver el domingo para retomar las clases el primer lunes después de las vacaciones de invierno. Lorena no había podido ir. El negocio de su mamá demandaba su presencia y la mala situación económica y algunas deudas la habían hecho desistir, pese a las ganas, de acompañar a sus amigas. Era lunes y Lorena caminaba bajo la sombra de los paraísos. Cuando llegó a la casa de Daniela encontró solo a su madre en la vereda. Charlaba con una vecina, las manos cruzadas y apoyadas sobre la escoba con la que había barrido. La madre de Daniela le dijo que pase, que estaba en su habitación. Lorena se sacó los auriculares. Cuando entró Daniela se le fue encima. La hizo pasar y cerró con llave.  

-          No sabes Lore lo que pasó – fue lo primero que escuchó Lorena de boca de su amiga. Estaba excitada y nerviosa – pobre flor.

-          Qué pasó con Flor.

-          No sé qué tiene pero no está bien… me siento reculpable – Parecía que iba a llorar – Lore… no sé qué pasó. Fue reloco – Daniela se tomaba el pelo. Estaba desencajada –

-          Contame qué pasó boluda.

-          Fue terrible Lore… no sé qué hacer… - ahora lloraba –

-          Me asustás Boluda. Dale…

Daniela tomó aire y cuando dueña de sus emociones pudo tranquilizarse empezó a hablar.

-          Fuimos al departamento de los padres de Viqui viste…

-          Sí.

-          Llegamos el sábado. Dejamos las cosas. Después fuimos a dar una vuelta por la costanera. Volvimos al departamento. Nos duchamos y cuando atardecía nos fuimos a tomar algo. Cerca de las doce nos fuimos a Iguana, un boliche. Conocimos unos pibes ahí…

-          Y…

-          Los pibes eran de Moreno. Pegamos buena onda. No sé… Viqui los invitó al departamento. Les dijo que podían ir al otro día. Que pasen después de las ocho. Que podíamos comer juntos y que después si daba salíamos…

-          ¿Y entonces?

-          Los pibes vinieron. Compramos pizzas, cerveza y tequila. Pusimos música, estaba todo bien. Nos reíamos. No salimos a ningún lado. Nos quedamos ahí. Tomamos mucho. Uno de los pibes, en un momento, propuso hacer el juego de la copa. Flor no quería Lore. No quería – Parecía que Daniela se iba a quebrar otra vez –

-          Tranquila Dani. Qué pasó. Contame.

-          Estábamos medio borrachas Lore. Todo nos parecía divertido. No medimos en ningún momento el peligro. Carlos se llamaba el pibe que insistía con lo del juego de la copa. Le pidió a Viqui una hoja y una birome. Empezó a escribir letras y números. También escribió “sí” y “no”. Todos nos reíamos. Carlos puso las letras en círculo sobre el piso y nos pidió que nos sentáramos de igual forma. Flor estaba de pie. Era la única que no quería…

-          Qué más Dani… qué más.

-          La empezamos a joder. A Flor. Que era una cagona, que no pasaba nada. Entendés. Se sentó sin ganas. La obligamos. Pobre Flor.

-         

-          Carlos puso una copa entre las dos palabras y dijo que iba a empezar a invocar, que iba a llamar a un espíritu. Y empezó a decir que hagamos silencio. Nos dejamos de reír. Nadie creía en nada de lo que estábamos haciendo. Entendés Lore. Pensábamos que todo era una joda para pasar el rato. Nada más…

-         

-          Carlos pedía que se manifieste algún espíritu y cuando preguntó si había alguien allí, luego de invocar e invocar tres o cuatro veces, todos vimos como la copa se movió hacia el “sí”. Nos quedamos espantados pero nadie se movió de su lugar. Nadie. Nos mirábamos entre nosotras. Teníamos miedo. Ya no era un juego.

-         

-          Carlos preguntó cómo se llamaba y todos vimos como la copa empezó a ir de un lado a otro “e” “l” zigzagueaba la copa frente a nuestra mirada incrédula “d” “i” “a” “b” “l” “o”. Era como estar dentro de una película de terror. Nada de eso podía ser cierto. Sin embargo estaba pasando.

-          ¿Y qué pasó con Flor?

-          Micaela se levantó y gritó que basta, que ya estaba bien, que todo eso le estaba dando miedo, que la cortaran. Viqui dijo “ya fue” y fuera de sí pateó la copa. Carlos decía que no, que no debíamos cortarlo. Yo estaba asustada, no sabía qué hacer. Viqui se puso como loca. Le dijo a los pibes que se vayan. Les abrió la puerta y a los gritos los echó. Los pibes se fueron. Prendimos la luz. Cuando quedamos solas vimos a Flor. Nunca se había levantado del piso. Estaba cruzada de piernas, los ojos grandes mirando la nada…

-         

-          Nos fuimos al lado de ella. Le preguntábamos qué le pasaba, si estaba bien. Le gritábamos “Flor” “Flor” pero nada. Estaba quieta.  No reaccionaba. Viqui empezó a decir que no podía ser, que nada de lo que estaba pasando podía ser verdad. Empezó a llorar. Y mientras tratábamos de tranquilizarla vemos como Flor se pone de pie. No parpadeaba. Se quedó de pie mirando la nada. No era ella Lore. No era ella…

-         

-          Arrastraba los pies. No caminaba. Arrastraba los pies. Así fue hasta la habitación y se recostó boca arriba. Los ojos abiertos fijos sobre el cielo raso. La seguimos y nos sentamos al lado de ella. Le preguntábamos si estaba bien “Flor qué te pasa” le decíamos y ahí empezó a balbucear cosas. No entendíamos lo que decía. Hacía ruidos. Babeaba. Nos empezamos a desesperar. Micaela dijo algo acerca de cerrar el juego, que no lo habíamos hecho. Que lo que fuese que se había manifestado se le había metido a Flor. Viqui dijo que debíamos llamar a los padres de Florencia. Que teníamos que avisarle.

-          ¿Y qué hicieron?

-          Esperamos a que amaneciera con la esperanza que Flor reaccionara. Pero no. No parpadeó en toda la noche y los ruidos se hacían cada vez más intensos. Parecía como eso que la había poseído fuese tomando fuerza de a poco en ella. Se quedó en esa posición toda la noche. Pobre Flor…

-         

-          Al final fue Viqui la que se animó a llamar a los padres de Flor. Se sentía más responsable que el resto. No paraba de llorar. El papá de Flor llegó después del mediodía. Nos dijo de todo. Nos dijo que éramos unas inconscientes, que qué le habíamos hecho a su hija. Nosotras llorábamos, le pedíamos perdón. Le decíamos que no sabíamos lo que había pasado, que nunca quisimos…

-         

-          El papá de Flor le pidió las llaves del departamento a Viqui y nos dejó encerradas. Volvió a la hora con dos pasajes. Se volvía a Buenos Aires con Florencia. La cargó en sus brazos. Tiró la llave al piso y se fue dando un portazo.

-          ¿Y qué hicieron ustedes?

-          Yo fui la primera que hablé. Estábamos todas shoqueadas. Micaela decía que qué habíamos hecho. Victoria decía que la iban a matar cuando se enteraran sus padres. Les dije que ya fue, que debíamos ir a sacar los pasajes, que nos teníamos que volver. Que no podíamos quedarnos ni un minuto más allí.

-         

-          Dejamos pasar un par de micros. Sacamos pasaje para la noche. No queríamos cruzarnos con el papá de flor. Llegamos hoy de madrugada…

-          ¿No contaron nada? ¿No le contaste a tu mamá?

-          No. Y tampoco me animo a llamar a la casa de Florencia. No sé qué hacer…

 Lorena le dijo que tenían que llamar, que peor era quedarse al margen de todo, que ellas eran responsables de todo lo que le pasara a Flor y que tenían que juntar fuerzas e ir a la casa de Florencia. Le dijo que se comunicara con Victoria y con Micaela. Que vayan. Daniela la escuchaba sin convencerse.

 Lorena vio la hora. Más de las nueve. Su madre seguramente ya había abierto el local. Le dijo a Daniela que debía irse, que se tranquilice. Que después cuando cerrase el local, a la siesta, pasaba otra vez si quería pero que ahora debía ir. Que su mamá la debía estar esperando. Daniela le abrió la puerta de su habitación y le dijo que vaya, que la puerta del frente estaba abierta. Le pidió que vuelva, que por favor vuelva después, que no la dejara sola. Lorena le dio un beso en la frente y le dijo que sí, que estaba bien, que descansara un rato y que iba a pasar. Luego se fue. Se calzó los auriculares y se fue.

 

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