Todo por el loco ese


 

 Piense lo que quiera oficial. Yo actúe en plena consciencia de mis actos. Sí. Y es verdad. No sabía dónde estaba aunque usted no pueda creerlo.  Uno no siempre anda preguntando dónde va y más cuando uno anda con gente conocida. Sí. Claro… Ernesto se llama. Es mi tío. Sí. Él me pidió que lo acompañe, que me quería dar una sorpresa me dijo pero nunca aclaró qué tipo de sorpresa. Claro. Qué iba a saber yo. No… nos veíamos de vez en cuando pero siempre visitándonos. Quiero decir que por lo general nos veíamos en su casa o en la mía y siempre eran los mates por la tarde, las cosas de uno o del otro que no siempre son trascendentales, los bizcochitos, qué sé yo. Pero ese día era mi cumpleaños. Sí. Linda forma de festejar un cumpleaños. Ya sé. Y Ernesto quiso sorprenderme evidentemente. Por eso la invitación “Quiero que me acompañes Cristian” me dijo y qué le voy a decir a mi tío… le dije que sí y salimos. Fuimos en su auto. Yo no tengo. Auto digo. Nunca tuve. Nunca me gustó. Qué se yo. Cosas de uno no… todos se desviven por tener su cero kilómetro. A mí nunca me llamo la atención. Debe ser porque siempre me movilizo en tramos cortos entiende… bueno oficial. Está bien. Está bien. Retomo. Le decía. Salimos en su auto y habremos andado unos cuarenta minutos. Ernesto dejó el auto en una zona de casitas bajas. A unas tres cuadras de donde terminamos yendo “Al galpón vamos” me dijo y yo pensé que íbamos a buscar algún repuesto para el auto o a buscar algo que él necesitaba. No sabía dónde estaba. Después por usted me enteré que estábamos por Chacarita, cerca de Villa Crespo. Caminábamos y como veníamos hablando de fútbol y del campeonato largo y de las posibilidades del rojo de salir campeón en ningún momento se me ocurrió preguntar dónde estábamos… ¿Usted de qué cuadro es? Está bien. Tiene razón. Lo que pasa es que me dejó llevar por la charla y me olvido oficial. Bueno… le digo la verdad. Pensé que la sorpresa venía después. Sí. Qué iba a saber que la sorpresa era esa. La calle sí. Guevara. Sí. Eso me acuerdo porque el galpón se llamaba igual. Por la calle seguro. El galpón de Guevara se llamaba. Había un portón grande verde. Un tipo le abrió la puerta a Ernesto y yo pensé que lo conocía. Cosas que a uno se le meten en la cabeza. Me hizo pasar y yo avancé. Él se quedó atrás mío hablando con el hombre de la puerta “Es por acá” me dijo y yo lo seguí. Pasamos a lo que era un ambiente grande. Una cocina comedor muy humilde. Había dos sillones individuales y uno de tres cuerpos. A un costado una mesa con un par de sillas. Nosotros nos sentamos en unas sillas que estaban justo detrás del sillón. Había más gente del otro lado. Cuchicheaban entre ellos, como en secreto. No entendía al principio y después me imaginé que era una reunión a la que asistíamos por algún motivo que desconocía “Ya me va a decir” me dije pero Ernesto no decía nada. Así que esperé a que me contara pero como él no me decía nada me decidí a preguntarle pero justo en el momento en el que iba a hablar, mi tío que me agarra el brazo para que me calle y ahí la veo a la señora que entra. Me quedé callado pensando que mi tío la conocía, cosa que confirmé, o creí confirmar para ser más preciso oficial. Porque mi tío se acercó a mi oído y me dijo que esa mujer era un pan de Dios. Así me dijo. Un pan de Dios. Y yo me dije “Bue, ahora me la presenta” pero no. Ernesto a mi lado se cruza de piernas y se queda obnubilado mirando a la señora y luego al hombre que entró después. Claro. El papá del pibe. José creo que se llamaba ¿El pibe? Un fenómeno el pibe. Una inteligencia ingenua, pura. Créame oficial lo que le digo. Yo desde el primer momento empaticé con él. Y claro… al lado del resto, imagínese. Bueno. Para ser sincero, la mujer del chico también era buena. Era una santa. Sí, mi tío Ernesto no se equivocó cuando me dijo que era un pan de Dios pero bueno, yo no lo pude comprobar hasta mucho después.  Al principio no me di cuenta. No… ya le dije que no sabía.

 Ahora yo le pregunto ¿Me pueden detener por ingenuo? ¿Por bien intencionado? ¡Cómo pelotudo! ¡No sea irrespetuoso que yo no le falté el respeto eh! Está bien. Yo lo disculpo pero no me ofenda oficial ¿Por qué no se me valora el gesto? digo. Yo actué de buena fe oficial. Ya se lo dije. En ningún momento pensé en hacerle daño a nadie. Y si intervine fue por una causa justa. Así que no me insulte más le pido por favor ¿Qué es lo que me motivo a participar? La injusticia oficial. El dolor que provoca el desapego, el desamor, la falta de cariño. Porque dígame sinceramente. Cuál sería su reacción frente al maltrato. Si a usted supongamos, le toca vivir una situación semejante a la mía. Si usted ve a un hombre, un miserable monstruo golpear a su hijo con ciertas discapacidades y a su mujer, una mujer de alma noble. Dígame qué haría oficial ¡Ah! ¡Ve! Reaccionaríamos de igual manera. Y entonces... está bien. Está bien. Ya sé que no es lo mismo. Pero a mí nadie me avisó. Que quede constancia que a mí nadie me avisó oficial. Que a mí me conmovió la honestidad de Beto. Ahí me acordé. Beto le decían al pibe oficial. Y la madre se llamaba Matilde. Y como lo vi tan indefenso frente a la monstruosidad de su padre no pude menos que intervenir. Porque el pibe le había cantado las cuarenta al novio de su hermana que era un desgraciado engreído que había tenido la osadía de quitarle la propiedad a una pobre vieja y como el tipo era leguleyo y él había caído en la cuenta, pese a su inocencia, que su padre había engañado a su mamá, que como dijo mi tío Ernesto era una santa. Y entonces le preguntó al novio de su hermana, eso le estaba diciendo, qué pensaba de la infidelidad, y el tipo que se llamaba Mariano, le dijo que eso era adulterio, que estaba mal y que era un delito. Y Beto dijo entonces que su padre iba a ir a la cárcel y se levantó a buscar la camisa que su madre estaba planchando y que tenía una marca de lápiz labial en el cuello y ahí fue cuando no pude aguantar más porque el padre se levantó y empezó a pegarle al pibe diciéndole loco de mierda, que su casa no era un manicomio y a la madre que intentaba protegerlo y en el momento que lo agarró de los pelos salvajemente me puse de pie. Sí oficial. Mi tío intentó detenerme en ese momento. Me dijo que me sentara. Pero a mí me dio rabia tanta pasividad oficial. Tanta gente y que nadie haga nada. Soy sanguíneo oficial por eso me levante, desanudé los brazos de mi tío que intentaron detenerme y fui detrás de la bestia esa que amansaba a golpes al pobre pibe. Y ahí fue cuando vi que el resto se ponía de pie y por el rabillo del ojo pude observar a mi tío Ernesto que se tomaba la cabeza. Y justo cuando ajusticio al monstruo del padre dándole un jab monumental escucho a uno de los que estaba sentado en el lado opuesto al que estábamos “Correte loco de mierda no ves que están actuando” Sí. Ya sé. Usted me va a decir que cómo no me di cuenta. Y qué quiere que le diga oficial. No había ningún escenario oficial. Yo no sé mucho de teatro pero eso sí lo sé. En todos los teatros hay un escenario y hay un telón que se abre y se cierra y eso era un galpón donde ingenuamente creí que esa gente vivía. Por eso me metí. Después me agarraron entre todos y de nada sirvió las súplicas de mi tío Ernesto. Me retuvieron entre cuatro o cinco hasta que ustedes llegaron y después me subieron al patrullero y me trajeron hasta acá oficial.

 

 

 
 

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